Thursday, December 17, 2009

Sobre los amigos y el tiempo.

No es que yo haya sido hombre de pocos amigos.
Es que siempre he sido muy empírico y pragmático, y cuando uso el término amigo, me gusta usarlo con propiedad.
Es por eso que a lo largo de mi vida cuento con pocos amigos de amistad profunda y duradera.

Creo que fue entrando en la adolescencia que me di cuenta de lo efímera que es la amistad, y por tanto me esmere en cultivar mi acercamiento a gente que yo consideraba digna, tanto ellos de la mía, como yo de su compañía.

Ahora, entrando en la segunda mitad de mi vida, tengo oportunidad de repasar y reevaluar algunas de esas amistades, y me quedo sorprendido de algunas percepciones equívocas.
Recuerdo que de niño, a veces mostraba predilección por mi amigo número 2 en vez del amigo numero 1, a pesar de que el amigo 1 profesaba total dedicación a mí, y el amigo 2 era medio veletas.
Eso quizás tenga correlación con esa condición humana de querer lo que más nos cuesta conseguir.

También recuerdo un “amigo” que una vez que estuve en una situación dura y durmiendo en la calle con la única compañía de un perro que teníamos en propiedad comunal en el vecindario, el “amigo” este en cuestión me vino a buscar a 8 kilómetros de distancia para quitarme el perro, y me dejo en la calle.
Lo más curioso es que no lo busco mucho que se diga, pero cada vez que el me encuentra actúa como si fuéramos los más grandes compañeros del mundo.

Después tengo al “conocido” que en la escuela siempre hacia todo bien, y era el más listo, y el mas ligón… y que un día cuando se paso de listo quise darle unos coscorrones, pero hasta ni eso pude, porque él me le dio la vuelta a mi agresión y acabo dándomelos a mi (que los tenia bien merecido, por gilipollas, por cierto). Y después de años sin vernos, nos encontramos, y vemos lo que evolucione yo, y lo que creció el, y no hacemos los mejores amigos del mundo.

Y es que la mayoría de estos amigos que he tenido, se miden por etapas.
Por niñeces y caramelos, y se disuelven con la pubertad y las niñas; otros vienen con las faldas, y se desvanecen con las vicisitudes de la universidad o el primer trabajo.
Otros llegan con la boda, otros no aguantan el peso de la primera novia en serio.

Todos tienen su pauta, su momento, y hay que dejarlos seguir su camino cuando les llega el momento.

Pero las amistades que mas duelen y duran, y más por dentro se llevan, son las que hacen después de tu juventud, cuando ya has madurado lo suficiente como para apreciar la efimeridad de las cosas.
Esos amigos tienes que procurar no perderlos nunca.

Son aquellos que son los primeros en preguntarte si te pasa algo, cuando en verdad algo te pasa, y son aquellos que te buscan soluciones sin que tu se las pidas, y se mueven en torno a ti como si fueran un miembro mas de tu familia, a veces aun son mas apegados y cercanos, y te conocen mejor que tu propio hermano o hermana, porque a la familia no la puedes elegir, pero a este amigo... os habeis elegido el uno al otro.

Friday, November 13, 2009

Sobre Padres e Hijos

Este es un E-mail que recibí de un amigo hace poco.

"Yo sobreviví a una familia disfuncional. El nivel de disfunción consistió en abuso emocional y físico por parte de uno de los padres, y por indiferencia por parte del otro.
Yo lo califico como abuso de nivel medio.

No nos pusieron la vida en peligro, como he sabido que le ha pasado a otros sobrevivientes. Pero si nos dieron palizas, con objetos como escobas, mapos, sartenes y zapatos, y si tenemos sangrado.

Y siempre antepusieron su bienestar al nuestro.

Eso creo que fue lo que mas dolió a largo plazo, lo que hizo más daño, lo que más nos torció los esquemas y nos tergiverso los principios.
Pero no puedo evitar sonreírme por dentro cuando le comento a alguien "mi familia es disfuncional" y ellos me contestan "si, todas lo son un poco".
La diferencia es que esa persona llama disfuncional a la pelea que tuvo con su padre, porque no él quiso prestar el auto una noche para salir con sus amigos.

Yo fui echado de casa, a la puta calle, con nada mas la ropa que llevaba puesta encima, mas de dos veces, y sin haber dado una razón objetiva o moralmente válida.”


Desde algún lugar en mi alma, algo me dice que todo eso tiene sentido, aunque yo no lo sienta directamente. Le da mas ahínco el que pueda ver suficiente gente alabando a sus padres, pero yo no lo he vivido, por tanto, no lo puedo comprender plenamente.
Para mí es un acto de fe. Existe, mucha gente me dice que ellos lo han vivido, pero yo no puedo entender de qué están hablando.

Otra cosa que nos ocurre a muchos que hemos crecido y sobrevivido a familias disfuncionales de nivel medio o alto, es que no tenemos paciencia para que la gente tenga pena por nosotros.
Yo hace tiempo que he dejado de hablar de mis padres en absoluto, porque si tengo que decir un ápice de verdad, la gente se pone en estado de shock y o bien se ponen a compadecerme, o se ponen a contradecirme.

He llegado a entender las dos posturas: La de la compasión, simplemente porque la mayoría de los seres humanos son buenos por naturaleza, y empatizan con la miseria de otros, y quisieran aliviarla. Amén de que las expresiones de concernimiento enmascaran un sentimiento de culpabilidad anónima y ajena, y un poco de su terror ante la posibilidad de que algo así pudiera ocurrir cerca de ellos.

A mi esos sentimientos me dejan indiferente. Dónde estabas tú cuando yo estaba huyendo por los pasillos de mi casa como alma que persigue el diablo de una escoba que me iban a partir en los lomos porque había roto un vaso sin querer?

Y los que incrédulos que se pasan el tiempo contradiciéndome o cuestionándome, esos de verdad que me dan ganas de darles una patada en los huevos, porque son unos seres humanos altamente miserables y mezquinos.
“No… tus padres te pegaban? Serian por algo que te lo merecías, no? Seria una nalgada, porque eras travieso, no? Seguro que exageras…”

Pues no hijo/a de mil putas, no exagero! A mi me pegaron con una barra de hierro cuando tenía 12 años porque llegue tarde a casa (quince minutos) con los zapatos mojados un día de lluvia. UNA BARRA DE HIERRO! Así que, pedazo de excremento humano, no me andes diciendo lo que me merezco o no, ni me andes dudando por las que pase, porque ciertamente tu no estabas allí para prevenirlo, y mucho menos atestiguarlo, y lo que menos me hace falta en la vida es tu cinismo y tu actitud de retrasado mental.

Por eso cuando escucho canciones de hijos a padres no puedo evitar que se me escape una cínica sonrisa.

Y eso que he escuchado y aprendido un monton de ellas a lo largo de mi vida:
Roberto Carlos, Madre Mia
Jose Luis Perales , La madre
Laura Pausini , Lo siento
piero-mi viejo
Christina Aguilera , Por siempre tu
Juan Gabriel, Amor eterno
Braulio , dejalo volver
Paco Stanley, poema al padre


Pero la única que en verdad me hace sentir algo es la de Alex Ubago, Por tantas cosas, donde compara a sus padres con generosos ángeles que han velado por él y sus sueños, y han dedicado sus vidas enteras para poder crear una luz en la oscuridad.

Y es que los que sobrevivimos familias disfuncionales, acabamos adoptando uno de dos posturas:
O aprendemos de todo lo que nos hicieron pasar nuestros padres para JAMAS ser como ellos
O acabamos haciendo los mismos errores exactamente, por mezquindad y venganza, pensando “si yo tuve que pasar por estas, estos hijos míos también tendrán que hacerlo, que carajo!”

Como escribió Khalil Gibran, yo también sé que mis hijos no son mis hijos, sino hijos de la vida, deseosa de sí misma.

No sé qué esfuerzos tendré que hacer, no sé qué noche oscura tendré que sobrevivir, ni qué temporal capear hasta que amaine y llegue la calma...pero si sé que cuando tenga hijos, veré en ellos todo lo que pude ser, y dejaré que encuentren su camino aunque no sea el que yo quisiera que encontraran, porque habré aprendido a admitirme que ellos van a ser yo, en un mañana al que yo no podré asistir, serán mis genes y mi alma, y serán más que yo, porque también tendrán algo de la mujer que me amo, y ellos estarán prolongando mi existencia, mi progenie, mi estirpe a sitios donde mi cuerpo y mi mente no puede llegar.

He hecho una raya en la arena de mi vida, y miro para atrás, y ahí acaba la disfuncionalidad de mi legado.

Conmigo termina el pasado.

El presente será para los que vienen llegando, y yo habré limpiado con mi moretones y mi sangre todo lo que unía mi estirpe a la disfuncionalidad de mis ancestros.


REFERENCIAS:
"Por tantas cosas" De Alex Ubago
Hoy he vuelto a ver su rostro sonriendo al despertar,
¡cuanto amor brillando en sus ojos!
recordando que es verdad lo que capto en su mirar
cuando vuelvo: “aquí te espero”...“hasta pronto”.

Oír su voz es un placer, sabiendo que al anochecer
charlaremos:“¿que tal te fue en el trabajo?”.
Y escuchando cada nota de cariño y amistad
puedo sentir una canción en su abrazo.

Y vuelvo a mirar, y veo crecer mi deuda
con estos ángeles
que han dedicado una vida entera para poder crear
una luz en la oscuridad,
por tantas cosas, gracias una vez más,
gracias una vez más.

Han visto pasar mi vida estando ahí en cada momento
han sabido hacer de mí un hombre
que se ha sentido siempre tan envuelto en comprensión,
para contar lo que cualquier hijo esconde.

Ni un consejo sin razón encuentro en una colección
de mil momentos que quedarán ahí grabados,
prueba de un amor eterno que dará siempre alimento,
a una vida que dos personas crearon.

Y vuelvo a mirar, y veo crecer mi deuda
con estos ángeles,
que han dedicado una vida entera para poder crear
una luz en la oscuridad,
por tantas cosas, gracias una vez más,
gracias una vez más.

Y vuelvo a mirar, y veo crecer mi deuda
con estos ángeles,
que han dedicado una vida entera para poder crear
una luz en la oscuridad,
por tantas cosas, gracias una vez más,
gracias una vez más.

+++++++++++++++++++++++
Khalil Gibran, LOS HIJOS

Tus hijos no son tus hijos.
Ellos son los hijos de la vida, ansionsa de sí misma.
Ellos vienen a través de ti, pero no de ti.
Y aunque están contigo, no son de tu propiedad.
Tú les puedes dar tu amor, pero no tus pensamientos,
pues ellos tienen los suyos propios.
Tú les puedes dar un hogar a sus cuerpos
pero no les puedes dar un hogar a sus almas,
pues sus almas habitan el hogar del mañana,
que tú no puedes visitar, ni siquiera en sueños.
Tú puedes intentar ser igual a ellos
pero no intentes hacerlos igual a ti,
pues la vida no va de reversa
ni se detiene en el ayer.
Tú eres el arco con el cual tus hijos
son disparados cual flechas vivientes.
Deja que la curvatura del arco
sea señal de alegría en la mano del tirador.

+++++++++++++++++++++++++++++
“Serás un hombre, hijo mío”, de Rudyard Kipling


Si guardas en tu puesto la cabeza tranquila,
cuando todo a tu lado es cabeza perdida.
Si tienes en ti mismo una fe que te niegan
y no desprecias nunca las dudas que ellos tengan.

Si esperas en tu puesto, sin fatiga en la espera.
Si engañado, no engañas.
Si no buscas más odio, que el odio que te tengan.
Si eres bueno, y no finges ser mejor de lo que eres.

Si al hablar no exageras, lo que sabes y quieres.
Si sueñas y los sueños no te hacen su esclavo.
Si piensas y rechazas lo que piensas en vano.
Si alcanzas el TRIUNFO ó llega tu DERROTA,
y a los dos impostores les tratas de igual forma.

Si logras que se sepa la verdad que has hablado,
a pesar del sofisma del Orbe encanallado.
Si vuelves al comienzo de la obra perdida,
aunque esta obra sea la de toda tu vida.

Si arriesgas de un golpe y lleno de alegría,
tus ganancias de siempre a la suerte de un día,
y pierdes, y te lanzas de nuevo a la pelea,
sin decir nada a nadie lo que eres, ni lo que eras.

Si logras que los nervios y el corazón te asistan,
aún después de su fuga, en tu cuerpo en fatiga,
y se agarren contigo, cuando no quede nada,
porque tú lo deseas, lo quieres y mandas.

Si hablas con el pueblo, y guardas la virtud.
Si marchas junto a Reyes, con tu paso y tu luz.
Si nadie que te hiera, llega a hacerte la herida.
Si todos te reclaman, y ninguno te precisa.

Si llenas el minuto inolvidable y cierto,
de sesenta segundos, que te llevan al cielo.
TODO lo de esta Tierra será de tu dominio,
Y mucho más aún ...

¡ Serás un HOMBRE, hijo mío !

Friday, June 19, 2009

EL MEJOR PAIS DEL MUNDO

Extraído de “Cuentos en la Diáspora”
(Mayo 1997)


Era Diciembre de finales de los años ochenta, y yo acababa de llegar a USA.
Estábamos en casa de unos familiares, reunidos para celebrar la festividad Americana del día de la acción de gracias (Thanksgiving).
Hace casi cuatrocientos años, unos desterrados ingleses vinieron a parar a las costas de Massachusetts, y estaban tan famélicos y esmirriados que los nativos les dieron unos pavos para que jamaran.
En agradecimiento, los recién llegados les dieron muchos siglos de masacre y abuso, hasta que hoy en día los tienen casi extintos.

En la casa de mis familiares se habían reunido otras familias de gallegos que vivían por la zona. Antes de sentarse a cenar, el aguardiente iba pasando de copa en copa y los labios se iban soltando
“Ya verás como te gusta este país, hombre! Esta es la tierra de las oportunidades!!!”
Como si no hubiera oído yo eso antes.
El señor obeso del fondo comenta:”Yo llegué aquí sin nada, con una mano delante y otra detrás, y mírame ahora!!”
Ganó 100 kilos por lo menos, y todos alrededor del estomago, pensé yo.
“Ahora tengo dos casas, y casé a mis dos hijas, y todos vivimos la mar de bien.”
Ahora que prestaba atención me di cuenta de que ese era el señor que me había dicho mi tía que se estaba divorciando de su segunda mujer, y que desde que Reagan había comenzado a joder el país, lo habían echado de dos empleos porque lo encontraban siempre borracho en horas laborales.
“Ya verás hombre! Tu padre enseguida te encuentra chollo y te mete a trabajar con el, y en menos que canta un gallo estas amasando los millones, como hacen todos los jóvenes que viene aquí con ganas de trabajar.”
“Oye Carlitos” Le grita mi padre desde el otro lado de la mesa “Y hablando del tema, hablaste con el jefe para ver si había trabajo en tu compañía?”
“Joder hombre! No le dije nada, porque ayer mismo despidieron a cuatro, y la semana pasada a seis. Las cosas están muy mal, hombre”
Ahora yo me estaba haciendo un lío. En que quedábamos? Estaba todo bien y este era el país de los sueños cumplidos o estaban las cosas muy jodidas, y mejor no perder el tiempo aquí?

Por la puerta entró la sobrina de Don Fermín, abriendo las puertas de par en par, mientras su marido empujaba al anciano en la silla de ruedas, cuidando de que la botella de suero que colgaba encima no se bambolear mucho. Ya me sabía la historia de Don Fermín, el hombre que trabajó como un león toda su vida, desde que se bajó de aquel barco en New York en los años cincuenta, y encontró empleo en la fábrica de pintura, por la que fue ascendiendo los peldaños corporativos hasta llegar a capataz. En medio de sus años de ascenso conoció a una gallega con la que casarse y tener tres hijos, compró dos casas, e hizo una España. Pero en medio de todo esto, algo fue mal. Uno de los hijos murió de sobredosis a finales de los setenta y una hija de sida a principios de los ochenta. Malas lenguas comentaron que la vez que el padre pasó más tiempo con ellos fue en el entierro.
Y para colmo, la leucemia que le obligo a coger una baja de salud. La compañía no se la quiso dar, y estuvieron 3 años en pleitos y juzgados, hasta tuvo que vender una de las casas, para subsanar gastos y también porque no podía encargarse de los problemas que acarreaba. La última hija que le quedaba, se le había ido para Florida y ya no se hablaba con ella.
“Ay mujer, porque lo entras al salón, si dentro de poco tenemos que ir a comer! Y además el humo no le puede hacer bien”
La mujer de mi pariente, nuestra anfitriona, estaba en lo cierto. Todos los gallegos, el vasco y el andaluz allí reunidos fumaban como carreteros, y el salón parecía una fábrica de gas.
Mientras la anfitriona y la sobrina de Don Fermín discutían sobre donde arrastrarlo, le llegó el turno al vasco a decirme inconsistencias!
“Hombre, aquí uno se acostumbra a todo. Yo pensé al principio que me iba a morir, cuando llegué. Vine como Don Fermín, en un barco mercante, contratado de marinero, y cuando hice puerto, me largué. Y los primeros años pues me parecía todo raro, pero después ya me acabó gustándome! Y me encontré a mi mujer aquí. Imagínate si no llego a venir!”
“Igual estabas soltero y más feliz, paspallas!!!” Le contestaron
El ni caso, siguió su soliloquio: “Pero ahora, ya acabé de construir la casa en Bilbao, y si dios quiere, en un par años, me voy pa’lla. Que tampoco se puede ir uno así, con el dinero justo, sino… que hace uno allá? Que allá las cosas están muy mal.”
“Joder. Y aquí también” dice alguno al que todos ignoran.
“Pues sacar un dinerillo extra, y dejar este puto país, cojones!!”
“Y que vas a hacer con la mujer? Dejarla aquí, a cuidarte la vuelta?”
El vasco miró nervioso hacia la cocina, donde las señoras estaban reunidas, para asegurarse de que no le oían cuando decía “Si quiere venirse, que se venga. Si no que se quede aquí, o que se vuelva para su Puelto Lico”

Yo comenzaba a darme cuenta de que allí había gato encerrado. Todos estos hombres se consideraban afortunadísimos, sin embargo, todos confesaban secretos anhelos y sentimientos de insatisfacción agudos. Todos ellos habían encontrado trabajo en algo manual. Carpinteros, albañiles, peones, pintores de brocha gorda, descargador de puerto…
Ellos habían encontrado trabajo en áreas donde no pedían documentación, siempre que estuvieras dispuesto a partirte el lomo. También habían llegado en los años 60 y 70, cuando las leyes de inmigración eran una tontería comparadas con las de finales de los 80, y todos se habían acogido a amnistías, o encontrado una forma fácil y directa de comprar los papeles.
En medio de ellos estaba yo, producto de la clase media-baja española del los 70 y 80, niño mandado a la escuela e inculcado que tenía que hacerse medico o abogado, o ingeniero, y ahora trasplantado a otra tierra, sin el bachiller acabado, y siéndole impuesta la obligación de buscar trabajo en oficios que jamás había conocido antes.
“Y como esta Don Fermín? Se le ve muy bien.”
“No me hables” comenta la sobrina, elevando los ojos al cielo “la seguridad social le quitó la subvención para medicamentos que estaba recibiendo, y ahora tenemos que comprarle de los baratos”
“Pero eso no es peligroso?”
“Pero que se le va a hacer? El se tiene que tomar nueve, cuéntalas bien, nueve pastillas al día, y once cada tres días, si cuentas la del agua, y la presión arterial! Le sale a $260 dólares por semana!!! Nadie se puede pagar eso. Con las que le compramos, no tendrán tanto renombre, pero el doctor dice que debieran servir, y solo pagamos $190 Por semana.”
“Es que en este país, si enfermas, mas te vale que mueras!”
“O que tengas el seguro médico de los ricos”
“En España no pasaría nunca eso, hombre!!”
La sobrina contestó “Bueno, ahora estamos haciendo papeles con los abogados para que nos deje aquí de apoderados, o que nos transfiera las casas, y mandarlo a España, a un asilo, porque la medicina es mucho mejor para el.”

Miro para el pobre Don Fermín. Dicen que apenas tiene sesenta años, pero se ve como si tuviera noventa. La baba le empieza a caer por la mascarilla del respirador, y sale de su sopor para tirar de la manga a su sobrina, que le limpia la boca.

Ante mi, 40 años de trabajo y constancia, de amasar caudal y fortuna, en una silla de ruedas empujada por una sobrina, por la hija de uno de sus hermanos. Nada detrás de él, ni familia allegada, ni nietos… Ni siquiera la dignidad de tomar una baja de salud en paz.

“Este país es el mejor del mundo, hombre!” Me dice mi pariente, dándome una palmada en el hombro.

Yo asiento con la cabeza para que no me lo repitan ya más. Pero ya es demasiado tarde. Ya he comenzado a sospechar la verdad, que no lo dicen para convencerme a mí, sino para creérselo ellos mismos.
Y nos fuimos al comedor, como debieron haber hecho los colonos 400 años antes que nosotros, a dar gracias por este gran país, y todos los milagros que nos había deparado.

Wednesday, June 17, 2009

La audiencia silenciosa

Junio 2005
Dedicado con todo el cariño y admiracion a Borus (o Salva)

El artista tuvo sueños como todos los artistas. Como todos los artistas que nacen para serlo, los tuvo desde joven, le afectaron la vida, le bajaron las notas en la escuela, le hicieron más arduas las relaciones con sus padres, ellos no encontrando el mismo valor en el arte que le encontraba el, e incluso algún conocido de la calle llego a tacharlo de marica por dibujar.

El artista tuvo que elegir entre su sueño y el pragmatismo, y como la mayoría de los artistas que nacen siéndolo, por un tiempo apostó por su sueño.

Con su portafolio bajo el brazo, tomó una noche un tren a la gran ciudad, donde estaban la mayoría de las editoriales, para llegar con el amanecer y empezar a buscar trabajo en lo que quería hacer. Se despidió de su familia, que le deseó buena suerte a regañadientes, y de una novia que sabía que no lo iba a esperar por mucho que le mintiera diciéndole que sí.

Al llegar a la gran ciudad, aceptó meterse en la primera pensión que le recomendó el taxista que lo condujo fuera de la estación, y tras negociar el precio, con su portafolio debajo del brazo comenzó a patear la ciudad y presentar su trabajo en las editoriales.

Bien, pues al artista no le costó mucho encontrar algo de trabajo.

La lección más ardua fue aprender a vivir de su trabajo.

La mayor parte del pago no se lo harian efectivo hasta la publicación del libro de ilustraciones que había hecho, y el adelanto que le dieron apenas le llegaba para pagar ese mes de pensión, y los materiales de dibujo que había usado.

Aquel primer mes tuvo trabajo, pero también paso por la legendaria hambre que todos los artistas están supuestos a pasar pero que bien pocos tienen el carácter para sufrirlo con la dignidad intacta.

Al segundo mes le salió más trabajo, esta vez en una revista juvenil de historietas. Y como el azar es una dama de caprichos singulares, ocurrió que a los pocos días de firmar el contrato con la revista juvenil, le salió otra oportunidad, solo que esta era en una revista de adultos con historietas de sexo picantes y de morbo. La historieta juvenil tenía reputación, pero pagaban mal y tarde, y la de adultos era prácticamente desconocida, pero pagaban mejor y a tiempo.

Así el artista descubrió que a veces las decisiones vienen hechas. Sin saber ni cómo ni por donde, el gerente de la revista juvenil lo llamó a su despacho y le preguntó si estaba trabajando para la editorial erótica. Ante la respuesta afirmativa, el gerente le explicó que este iba a ser el último mes en la revista juvenil, y le pidió que usara un pseudónimo para no poner en riesgo la reputación de la editorial que lo estaba despidiendo.

El artista trabajó cuatro largos años en la revista de adultos, y se dio cuenta de que tenía un don para la picaresca, y que la final había descubierto un tipo de trabajo que le estaba gustando. El consejo de usar un pseudónimo había resultado beneficioso al final, y bajo otro nombre artístico comenzó a vender portadas e ilustraciones a una nueva editorial que necesitaban un artista para su nueva línea de novelas policiacas.

Y mientras, la gran ciudad le trajo amigos, conocidos, noches de juerga, de ocio, de reflexión, le trajo problemas, soluciones, y eventualmente una novia que le aguantó las horas desquiciadas en que suelen trabajar los artistas, y que lo motivó a buscarse un apartamento más grande que los dos pudieran compartir.

Ella nunca le pidió que dejara ese trabajo bohemio, y precisamente porque siempre lo apoyó sin recriminaciones, y porque cuando salían con los amigos a cenar ella afirmaba con acérrimo orgullo que su novio era “dibujante de historietas”, el acabó por aceptar a si mismo que ella era una parte de su vida que no quería dejar que le pasara de largo.

Una tarde en el parque central de la ciudad, salieron a dar un paseo en una barca a remos y él le propuso matrimonio.

Ella aceptó, y en vez de pedirle que cambiara de trabajo para pagarse una boda como ella se merecía, propuso que esperaran un par de años para ganar más dinero, y tener una celebracion más modesta sin gastos inútiles y frívolos.

Esa actitud aceptante de ella y el hecho de que la editorial de la revista erótica anunció su cierre inminente, lo motivó a aceptar un trabajo en una editorial nueva, donde haría dibujo técnico para manuales de montaje de muebles.

Al veinte aniversario de su llegada a aquella gran ciudad el artista tenía un apartamento de tres dormitorios, esposa, dos hijos, un auto, una pensión, un padre enfermo, viejo y gruñón en el pueblo al que solamente visitaba los veranos, pero al que llamaba todas las semanas, un perro, un gato, un canario, cuatro bicicletas, y una propuesta para re-editar todo sus trabajos de cuando estaba en la revista erótica. Curiosamente, los amigos en los que menos había confiado cuando joven eran los que mejor le habían resultado, y aquellos que más había querido, habían sido los que más le habían defraudado, o traicionado.

También había crisis de identidad en la vida del artista. Ahora que uno de los hijos ya estaba listo para la universidad, él se preguntaba si no debiera haberse arriesgado mas, si no debiera haber pasado mas días pateando aceras, llamando a puertas, pidiendo trabajos, buscando proyectos. A veces lo hablaba por encima con su esposa, y ella le sugería que a lo mejor, cuando todos los chicos estuvieran grandes, podría volver a intentarlo…

Un día, antes de decidirse a aceptar la propuesta de re-editar sus trabajos eróticos, le llegó un correo electrónico de alguien que se decía admirador suyo.

Parecia ser un fan sin pretensiones, que le expresaba agradecimiento y apoyo, y sin saber porque, el artista se animó a abrirse un poco, y expresar sus dudas internas.

“Tú me ayudaste a sobrepasar muchos baches de mi adolescencia, y ayudaste a levantar muchos de los prejuicios que mi entorno había impuesto en mi.

Yo admiré tus mujeres, no sólo por lo buenas que las dibujabas, sino porque además creaste mujeres socarronas, seguras de sí mismas, que iban y le metían mano a un tío, si lo veían bueno.

Tengo muchísimos contemporáneos que piensan lo mismo que yo, que fuiste un pequeño genio no-apreciado, adelantado a tu tiempo”

Pero el artista no conseguía entender porque si había tanto reconocimiento y aprecio, porque no había conseguido hacer una profesión de aquello que le tanto le había gustado.

“A veces la vida te lleva a tu destino aunque tú mismo elijas un camino que te aparte de él” le contestó su fan.

“Y somos pocos los que reflexionamos sobre a donde queremos llegar, y lo que estamos dispuestos a pagar por llegar. Otros tampoco reflexionamos sobre si lo que queremos es lo que nos conviene. Tú tuviste unas circunstancias un tanto peculiares. España salía de la dictadura, y se abría la empresa de temática adulta. Pero entro tantas voces que hubo, muchos de nosotros nos recordamos de la tuya.

Hace cinco años hubo una subasta electrónica de comics, y los que tenían contribuciones tuyas cotizaron entre los más altos. Es más, tu nombre salía en el titular de la subasta, como un gancho para atraer compradores.

Ya sé que te quejas de que tú no vieras ganancia de ello, y precisamente el no ver ganancia fue lo que te empujó a dejar el medio, pero piensa en lo siguiente: Cuando tú publicabas en tu revista, yo tampoco tenía dinero para comprártela y se la acababa birlando a algún amigo ricacho que ni se daba cuenta de que le faltaba. Y como yo, la mayoría de la audiencia que hoy en día te sigue y te reconoce. No tuvimos dinero en nuestro tiempo, y por tanto, tú tampoco viste la ganancia.

El artista se animó a preguntar algo que tenía en duda desde hacía semanas

“Entonces, si publicara una recopilación de mis trabajos en un álbum de formato de lujo, tú crees que se vendería?”

“Pues probablemente más de lo que te imaginas. No lo suficiente para hacerte rico… Ojo, eso sí, tendrías que cumplir unas condiciones.”

“Cuáles?”

“Pues dar muchas historias y dibujos a precios razonable. Somos la generación sin dinero, y aprendimos a vivir sin él. Si quieres motivarnos a comprar, ofrécenos algo que nos parezca una bicoca. Y que valoramos? Cantidad en el caso de tus historias. Nos gustaría tenerlas casi todas. Mejor todavía, negocia con la editorial el hacer una edición limitada de lujo y tapa dura. Vas a recopilar en ella 10 de tus mejores historietas. Y esa va a salir primero al mercado y la vas a vender a un precio de lujo. Pero anuncia al mes que va a salir otra edición, en blanco y negro, tapa blanda y papel barato que va a recopilar casi todo tu material disponible y que esa la vas a vender a precio módico.

Los especuladores te compran las dos, los elitistas la edición de lujo, y la audiencia silenciosa seguro que la edición más económica”

“La audiencia silenciosa?”

“Los que conocemos al artista, lo seguimos, lo admiramos, pero no estamos en condiciones, o no queremos, invertir demasiados recursos en el. Los que hablamos de ti en los blogs, y los foros electrónicos, los que subastamos tus comics, pero solo los compramos si creemos que nos vale el esfuerzo.

El siglo XXI nos ha dado a tres tipos de artistas: Uno es el artista eterno, que son de los que hay menos. Son los artistas que dibujan, escriben, pintan, componen, actúan, aunque nadie les pague. Unas veces alguien los descubren, y se hacen famosos, otras se mueren de hambre y amargados toman un trabajo de algo que nunca les gustó. A veces, al morir, alguien les descubre su trabajo, y aparecen coleccionistas que se hacen millonarios.

La segunda clase son los mercenarios-prostitutos que se hacen artistas. Una muchacha canta en televisión moviendo el rabo, un muchacho saca un disco de vocalista sin haber compuesto ni haber escrito, pero todo el mundo le atribuye a ellos el mérito. En el siglo XXI esto es más propenso en el mundo de la música y quizás un poco en el cine que en otros ámbitos, pero si la gente no los compra o no los siguen, ellos cambian de profesión y se van a otra cosa.

Y por ultimo están los artistas silenciosos. Y estos adquieren una audiencia silenciosa, que como ellos forman parte de un colectivo que una vez u otra fue marginada socialmente. Estos artistas tienen que arriesgar más que los otros, porque al contrario que los artistas eternos, a estos si les importa vivir, y prosperar, y tener familia, y tener una vida. Y al contrario que los Artistas mercenarios, ellos no tuvieron un patrón que los apadrinara, o no se acostaron con alguien o no llegaron a vender sus almas por una canción.

Jeje, estoy seguro que si pudieran la mitad de los artistas silenciosos venderían el culo y se pasarían al grupo de los mercenarios. Pero hay un porcentaje que no, que no lo harían. Y en vez de meterse a vendedor de autos usados, o gerente empresarial, eligen entrar a una editorial de ilustrador, o se meten a rotulista, o colorista, y se quedan por el medio, haciendo algo que aun les gusta, pero sin exponer todo su talento, sin arriesgarlo a todo o nada, pero tampoco perdiendo en exceso.

Y dado que cada artista tiene su audiencia, también hay un gran porcentaje de la población que es una audiencia silenciosa.”

Cuando el artista tuvo que poner una dedicatoria al álbum de la edición de lujo, tras agradecer el apoyo otorgado por su familia y amigos, puso una sola línea, que todos los lectores juzgaron poética y algunos hasta críptica.

"Y también quiero darle las gracias a todos los miembros de la audiencia silenciosa.

A ver si aprendéis a hacer más ruido, coño, ya!!!!"



Friday, June 12, 2009

Los cromos de la infancia



Su escuela le había quedado bien lejos de la casa, y al contrario que la mayoría de sus compañeros de clase, el tenia que emprender un viaje largo, muy largo por las calles de aquella ciudad, solamente para llegar al colegio.

Era una silueta de niño que entraba por las puertas de la fría ciudad cuando el sol salía y al atardecer se le podía ver emprender un melancólico regreso al hogar, pisando sobre pasos pisados, cada año creciendo un poco, su cuerpo en estatura y su alma en soledades.

Cruzando aquella ciudad a través, tuvo ocasión de ver todos sus comercios, calles, callejones, vericuetos, plazas, hospitales, escuelas e Iglesias como nadie más pudo a tan corta edad.

Como en su casa habían dejado de celebrar reyes hacía ya tiempo, cada Enero dedicaba unos minutos extras a detenerse delante de la juguetería, y en su imaginación jugaba rápidas batallas con los Geypermanes de la vidriera, o sacaba los formulas 1 de los escalextrix a dar una vuelta.

Como no le daban dinero los fines de semana, nunca pudo comprarse ninguno de los tebeos que tanto codiciaba leer, y a primeros de mes, cuando había Mortadelos nuevos, o un Spirit de la Garbo, o un álbum del teniente Bluberry, en la vidriera de la pequeña tienda de la señora Manuela, él le dedica 10 minutos extra a absorber los vivos colores y los trazos que adornaban el papel y que hacían saltar a la realidad las aventuras dibujadas.

Casi nunca se compró chicles, casi nunca se compró bebidas refrescantes, casi nunca se compró algo…

Un día, en una papelería cerca de la calle Cobián Rofignac, vio un álbum de cromos colgado en la vidriera.

Era sobre equipos de fútbol, y estaba dibujado en vivos colores, que naturalmente le llamaron la atención de inmediato.

Entró en la tienda y vio un álbum modelo que tenían encima del mostrador, y que estaba completamente lleno, para mostrar al público el resultado final de completar el álbum.

Embelesado, pasó página tras página con el aliento abatido. Una dependienta le preguntó si quería algo, y cuando el negó con la cabeza, ella lo echó de la tienda.

Al día siguiente regresó un poco antes, y así hizo sucesivamente día tras día, a mirar el álbum completo. Cuando lo echaban, tomaba nota de la hora que era en el reloj de la cadena de radio de la esquina, para llegar a distinta hora al día siguiente.

Un día, cuando iba ya por la sexta vez que miraba por completo el álbum, se puso a su lado un hombre bien vestido, con una gabardina moderna, y con apariencia adinerada.

_Señorita, cuánto valen los cromos de esta colección?_y señalo al álbum que él estaba mirando. Lamentó su suerte, porque aquel desconocido había conseguido que la dependienta repara en él otra vez, y lo reconociera como el niño tan pesado que tenían que echar de la tienda todas las tardes.

_Valen dos con cincuenta._ Dijo ella apurada_ Nene, vete largando de aquí, anda, que mañana no te voy a dejar entrar._como le decían cada vez que lo echaban.

_Y como vienen?

_Como que como vienen? No le entiendo…

_Si, que si dos cincuenta por cromo, o por paquete… y cuantos cromos viene dentro de cada paquete?

_ ah, pues creo que trae 4 cromos en cada paquete, no estoy segura, y el precio es por paquete.

_ Vale._El hombre hizo una pausa, y el niño percibió con resignación que la dependienta lo volvia a mirar, lista para cumplir su amenaza._ Pues deme 100 paquetes.

Al niño se le abrieron los ojos como platos al oír eso. Incluso los más ricos de su escuela (y el iba a una escuela con niños muy ricos) se compraban como mucho 5 paquetes de una vez por semana.

_ Creo que eso es como dos cajas… le da igual si le doy dos cajas y usted se encarga?

_Si, claro.

El presenció cómo acabó la transacción, y salió detrás del señor.

Ya en la calle, lo vio entrar en su auto que tenía aparcado justo delante del establecimiento, y salió por la estrecha carretera mojada, a más velocidad de la prudente. “El también debe llegar tarde al trabajo….como yo a la escuela” se dijo el niño.

Por unos cuantos días, el niño no se pudo sacar a aquel hombre de la cabeza.

Y como aquel hombre representaba todo lo que ser hombre y adulto debía representar, cuanto más lo pensaba mas se obsesionaba. Ser mayor, como había sospechado, debía significar tener acceso a movilidad (coche nuevo) y no tener que recorrerse toda la ciudad andando, con una mochila de libros a la espalda; debía significar buena presencia (las buenas ropas) y no tener que heredar cada año el anorak de su hermana, y andar con los mismo zapatos todos los días del año, tener autonomía (era hora de estar en el trabajo, y el señor estaba por la calle aun); y sobre todo poder decidir un día querer comprar los cromos del álbum, y agarrar y comprarlos.

Sin rendirle cuentas a nadie, sin tener que dar explicaciones a alguien.

Algo raro le pasó entonces. Cuando llegó a esta conclusión, dejó de ir a la papelería y mirar el álbum completo que yacía allí de reclamo.

Había entendido que no tenía los medios para alcanzar esas cosas. El resto de sus amigos completaban álbumes, pero su familia decía ser pobre, y no podía gastar dinero en eso, así que no le convenía seguir deseándolo, porque era algo que no iba a poder alcanzar.

Y sentarse delante de las pastelerías y desear comer las cristinas no hacía nada más que crear sueños inútiles.

Pasar las hojas de aquel álbum que él nunca iba a tener ni completar, lo hacía sentirse más pobre de lo que era.

Mirar los juguetes y despues dejar el escaparate con la certeza de que a él le iba a costar mucho más que al resto de sus amigos obtener alguno de aquellos juguetes lo hacía sentirse más desdichado aun.

Y pasaron los años, y el niño creció, y se fue de la ciudad, se fue de la región, se salió del país. Acabó la universidad, tuvo cientos de trabajos, y eventualmente una carrera, y encontró a una muchacha con la que hacer un hogar y pasar los años de su vida intentando ser feliz.

Un día tuvo que salir a comprar papel de envolver para su trabajo, y entró en una papelería de aquella ciudad que ahora había convertido en suya, lejos de la otra donde había pasado su infancia.

Mientras hablaba con el encargado sobre diferentes tipos de papel, un hombre entró apresurado en la tienda, se hizo camino entre los niños que había por las isletas, y aprovechando un silencio suyo, le preguntó al dependiente:

_Oiga, tiene álbumes de cromos?

Bien.

El dependiente contestó que no. El caballero se despidió y salió corriendo.

Y el hombre en el que se había convertido el niño aquel, recordó toda la historia de repente, y decidió escribirla en papel, para no volver a olvidarla.

Y fue mientras la escribía que se dio cuenta de que a su manera, su vida se había convertido en su propio álbum colorido de cromos, de imágenes de recuerdos, de medallas, de anécdotas….

Y se alegró de no haber podido comprar dos cajas de cromos como el señor aquel había hecho antaño, y se alegró de haber encontrado una alternativa a su pobreza y de haberse abierto su propio camino en la vida.

Eso si, si lamentó un poquito (sólo un poquito, no vayáis a creer que mucho) el no tener gusto por los cromos ahora que se podía comprar cuantas colecciones quisiera.